Siento el blog un poco aburrido por mis finales, así que les voy a compartir el primer capitulo, pero en 3ra persona... que no tiene nada que ver con la historia original, pero creo que podría darles un demostración de como es la vida de Julie... (en realidad es solo un fragmento del primer capítulo, el original lleva cerca de 12 hojas en word)
Carl corría por
los callejones de Brooklyn.
Y atrás de él
una niña pequeña con el cabello tapando su cara, pero él sabía que era Julie, y
sabía también que estaba lejos de ser una niña pequeña.
Con sus cortos
quince años, Julie había sido separada de una infancia normal, y corría detrás
de él sin quejarse. Aunque en parte, era culpa de ambos por haber acompañado a
Madison a caminar, ya que terminó robando la cartera de una mujer, y esta se
dio cuenta.
Los policías
comenzaron a seguirlos. Carl tomó la muñeca de Julie y se metió con ella dentro
de los callejones y perdió de vista a los policías. Aunque siempre, para tomar
precauciones, era mejor seguir corriendo unos cuantos kilómetros. Pero él sabía
que su amiga no podría aguantar mucho más de lo que habían recorrido.
Cuando estuvo
seguro de haber perdido a los policías, Carl se apoyó contra la pared de
ladrillo del callejón, que estaba lleno de moho y húmedo por la lluvia de esa
mañana, y suspiró. Dejó caerse y tiró su cabeza hacia atrás.
Julie cayó de
rodillas frente a él. Él sabía que lo que iba a ocurrir no iba a ser bueno.
—Estoy cansada,
Carl— dijo la chica. Sus brazos cayeron al lado de su cuerpo como plumas y su rostro
cambió a un amarillo pálido. Sus ojos se tornaron brillantes y llorosos. Y
después comenzó a temblar. Y cayó desmayada.
No era la
primera vez que pasaba, pero Carl pensaba que muchas veces podría caer muerta
en esas condiciones. Sin embargo, sabía que Julie tenía la presión baja por
todo lo ocurrido en ese último año.
Y en situaciones
como esa, como el correr para separarse de los policías que habían visto robar
a Madison, ella se desmayaba en el medio de la calle, y él apoyaba su cabeza en
su regazo, mientras le acariciaba el pelo.
Bonita hermana. Decían unos. Es demasiado pequeña para ti. Decían
otros. Pero Carl no les prestaba atención. Muchas veces le daban ganas de
preguntarles que harían ellos. Al ser huérfano, Carl valoraba mucho lo que
tenía. Y, sobre todas las cosas, valoraba a Julie.
Julie era fría,
tímida y de pocas palabras, pero no siempre fue así. Hubo un momento, años
atrás, en los que había sido tierna, tranquila y tímida. Pero el haber ido con
una familia que la maltrataba y le daba extrañas inyecciones, cambió demasiado.
A partir de ahí, todo lo que Carl había visto en su amiga de la infancia había
sido borrado. Era reservada con casi todas las personas, pero con Carl, al que
apenas demostró su cambio de personalidad, le tenía algo especial que lo hacía
sentir como la única persona en la que ella podría a llegar a confiar
plenamente.
Pero él sabía
que Julie le tenía cierto grado de desconfianza, pero más por las experiencias
de la vida de ella que por otra cosa.
Perdido en sus
pensamientos, Carl, no se había dado cuenta de que alguien había llegado.
Una chica, de
pelo marrón oscuro con mechas caoba, ojos verdes y pecas marrones en toda su
cara, estaba seria inclinada viendo el rostro de Julie. Carl observó el rostro
de la chica y notó cierta familiaridad desconocida, como si la hubiera visto
antes, pero no sabía donde. Al momento en que la chica notó que Carl la
observaba, sonrió y cuando Carl parpadeó, ya se había ido. Se había esfumado
tan rápido como el viento. Carl se dijo que lo había imaginado.
—¿Carl? —
preguntó una voz conocida, y supo que estaba en la realidad, no en el mar de
sus pensamientos—, ¿Julie? ¿Estáis aquí?
El acento
español. Era Sharon, una chica que había vivido en España la mayor parte de su
vida, y huérfana, que había venido del otro continente con su hermana menor
para reunirse con unos familiares que no existían, ya que su otro hermano, el
mayor, se negaba a cuidar de sus hermanas menores.
—¿Sharon? — preguntó
Carl en respuesta, extendiendo el cuello para ver más allá del gran contenedor
de basura frente a ellos—. Ayúdame con Julie.
—Oh, mi Dios—
murmuró Sharon por lo bajo, y se acercó corriendo hacia sus dos amigos. Le
acarició la mejilla a Julie, ya que era como una hermana para ella—. ¿Qué le ha
pasado?
—-Lo de siempre—
dijo Carl, como respuesta. Sharon suspiró y cerró los ojos, frunció el ceño y
cuando volvió a abrir los ojos, sus ojos ámbar brillaban bajo el rayo de luz
que se filtraba a través de la rendija rota del galpón abandonado detrás de
ellos.
—Llevémosla a
casa—- dijo, al fin, agarrando un brazo de Julie y tratando de levantarla con
la ayuda de Carl.
¿Y piensas que no lo había pensado? Se dijo Carl.
Julie era lo único que tenía en el mundo. Lo único que podría hacerle valer. Y
no lo estaba aprovechando para nada. Estaba dejando que muera poco a poco. A
veces, soñaba que su cuerpo ahora más bien relleno estaba flacucho, su piel
pálida, medialunas negras bajo los ojos de su amiga. Debía dejar el alcohol y
las drogas, o sino, así iba a terminar.
Sharon le ayudó
a cargarla, y siguieron por las calles bajas hasta llegar al departamento de
Joy.
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