Hola lectores, como dije, hoy es mi cumpleaños, así que subiré esto :) (no se traumen)
Yo no soy la típica chica que todos esperan que sea.
No veo tontas novelas de amor para
adolescentes. No salgo todos los fines de semana a bailar. No uso faldas cortas
ni tacones. Ni siquiera espero lo mejor de mí.
Entonces, ¿Qué soy yo?
Soy una chica, sí. Soy de las que se
hacen un lado en el instituto, las que pareciera que estuvieran pintadas en la
pared. Soy de esas que usan su cabello atado y leen un libro en los recreos y
en las horas libres. De las que siempre están con sus mejores amigas, pero nunca
se separan de ellas. Uso aparatos en los dientes y lentes de vez en cuando. No
me malentiendan, no soy de esas que usan faldas por debajo de las rodillas,
camisas enormes, lentes, zapatos de vestir y medias largas, no. Soy de las que
llevan remeras negras, borceguíes y jeans, y que nunca dejan su celular porque
ahí está toda la música que algún día se puede llegar a amar como si su propia
vida dependiera de ella.
Sin embargo, no soy alegre. Llevo una
eterna máscara que dice lo contrario, pero, nadie sabe que una palabra puede
llegar a herirme como si fuera un cuchillo. Nadie sabe que, a veces, llevo a mi
casa después del colegio un nudo en la garganta, pero no puedo gritar. No
quiero que me pregunten que me ocurre.
Pero no siempre fui así.
Hubo una época en la que era alegre, en
la que tenía una alta autoestima y confianza en mí misma. Hubo una época... en
la que no hacía falta esconder mis sentimientos en una máscara, en la que podía
decir libremente lo que me pasaba y lo que sentía.
Pero eso fue cuando tenía siete años.
Ahora tengo quince años. Y perdí la confianza y la alta autoestima cuando tenía
nueve años. A partir de ese momento, comenzó la selección de máscaras.
Un día era alegre. Al siguiente, triste.
A veces, era algo neutral. Algunos días tenía una expresión de enojo.
Y, aún así, me gustaba pensar en lo que
había provocado todo aquello.
Todo por una novela de televisión.
¿Recuerdan esa novela de televisión, de
la cuál no daré nombre, por la cual todas las chicas estaban locas? Bueno,
siempre la odié, pero tenía una razón.
Me arruinó la vida. La infancia, y todo
porque no la veía.
Comenzaron con palabras cortas, de cuatro
letras. “Rara”. Siguieron con unas
más complejas para una niña de ocho años. “Gorda”.
Llegó un momento, en el que mi único refugio era yo misma. Rara. Mi único mejor amigo era un varón, pero que a veces incluso
él me ignoraba. Gorda. Mi serie
favorita se convirtió en Wolverine y los
X-men, y se convirtió, tiempo después, en una obsesión.
Pero, de todos modos, todavía doy gracias
a todo eso.
Si no hubiera sido por esas dos palabras,
no estaría donde estoy.
Las máscaras se han reducido a una sola.
La alegría. Ahora, después de tres años en otra escuela, sé lo que soy.
Soy una chica, no la típica chica que
todos esperan que sea.
No veo tontas novelas de amor para
adolescentes. No salgo todos los fines de semana a bailar. No uso faldas cortas
ni tacones. Ni siquiera espero lo mejor de mí.
Entonces, ¿Qué soy yo?
Mi nombre es Julia. Hoy cumplo los quince
años. Hace un par de años, conocí la lectura. Eso fue gracias a una profesora
de sexto grado. El primer libro que amé fue Rafaela. El siguiente, fue Narnia,
y luego un montón más. Descubrí el placer por la escritura, descubierto mucho
antes, cuando era apenas una niña de seis años. Cuando tenía once, comencé a
escribir de nuevo. ¿Saben que ocurrió cuando aparecí, un día, feliz en la
escuela, diciendo que sería escritora cuando sea mayor? Se rieron de mí. Me
dijeron que era anticuado, y que me iría muy mal.
Gracias a esas palabras, estoy donde
estoy. Cada día me esforcé más, para conseguir lo que realmente quería:
demostrarles a aquellos que se rieron de mí que podría ser más. Lo primero que
escribí fue un fan-fic de los X-men.
Fue divertido. Lo siguiente fue un cómic. Recuerdo, en la nueva escuela, que me
felicitaban por mi imaginación y porque dibujaba bien. Lo siguiente que me
acuerdo unido a la escritura fue haber ganado un premio en el concurso
literario de la escuela.
Todavía recuerdo la satisfacción de saber
que los otros estaban equivocados. Que iba a llegar, que me iría bien. Conocí
nueva gente. Buena gente. Mis mejores
amigas son las mejores que puede haber en este mundo. Compartimos rarezas,
gustos musicales, gustos por la lectura y los cómics, e incluso a veces no
tenemos nada en común, pero somos amigas igual. Ellas confían en que algún día,
yo publique un libro. ¿Entienden la diferencia, verdad? Ellas me quieren. Los
otros, hablaban de mí a mis espaldas. No de cosas buenas, obviamente.
Luego, descubrí las cosas que se pueden
hacer con el celular. Hice varias amigas. Españolas, argentinas, mexicanas,
colombianas, venezolanas, y de otros lugares del mundo, pero son demasiados
como para decirlos todos.
En los últimos dos años, he vivido
altibajos. Traiciones, muertes de seres queridos. A veces, iba al instituto con
marcas en mis muñecas, por culpa del sufrimiento acumulado y un mal pensamiento
que llevó a mis uñas hacer algo horrible. Nunca daba explicaciones, aunque
nadie las pedía, y yo no lo iba gritando. En mi casa, en cambio, vivía con la
nariz metida en un libro, o en el cuento que estaba escribiendo, pero siempre
hacía algo que me distrajera del mundo a mi alrededor.
Y aquí estoy. Hoy cumplo quince años.
Tengo amigas que confían en mí en todo el mundo, y que quieren leer mi libro
que está en camino a la publicación online. Sin embargo, siempre estoy alegre,
pero al mismo tiempo triste. Es algo normal en mí ya, de todos modos.
Me gusta mi nueva vida. Esta sería como
“la vida después de la muerte”. Después de tantos años sufriendo. Todavía el
término “Bullying” no estaba en las
escuelas, pero tiempo después apareció, y yo fui una víctima de esa situación.
Pero ahora, después de ayuda profesional, después de apoyo moral, he podido
levantarme.
“Le
tengo miedo a las alturas, porque me recuerdan a cuanto he caído, y no me he
podido levantar”.
Ahora estoy feliz. Feliz enserio, aunque
a veces esté triste, recordando mi pasado. “Me
gusta que mi pasado me persiga, así no hago las cosas mal”. Es así. Observo
detenidamente a quienes quiero tener como amigas, y si sé que la historia
volverá a repetirse, no es mi amiga.
Estoy bien ahora.
Soy la típica chica que todos quieren que
sea, pero no soy mimada, ni uso ropa de marca. Soy lo que quiero ser yo, y a
veces, un “todos”, puede ser un “yo”. Nunca olvides eso. Tu opinión de ti
mismo es la que más importa.
Me llamo Julia. Tengo quince años y,
entre los nueve y los doce años, fui víctima del Bullying. Si a ti te pasa
esto, debes avisarle a alguien, a tus padres o a quien sea. Tengo muchas
amigas, dejé de ser introvertida hace un año. Leo, y leo mucho y los libros me
han dejado ser mi refugio, en vez de serlo yo misma. La escritura me ayuda a no
contener mis sentimientos, y, aunque a veces pueda ser una demente, lo hago por
una razón. Me gusta que mi pasado me persiga, así no hago las cosas mal en el
presente, y puedo sonreír en el futuro.
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