La
primera clase que iba a tener era ese mismo día, después del almuerzo. Thomas y
yo la teníamos juntos, gracias a Dios. No iba soportar una clase con los locos
que se encontraban a mí alrededor ni un solo momento. No me puse a pensar que
probablemente estaban iguales o menos locos que yo.
La
clase era como la de cualquier escuela secundaria. Una clase común de
Literatura. Sin mencionar el guardia cuidando en la puerta y la mujer con bata
sentada atrás de la clase.
Me
senté al lado de Thomas y de una chica llamada Samantha. La clase transcurrió
sin ningún problema. La tarde transcurrió sin ningún problema, si podía ser
sincera.
Al
final del día, después de la cena, Thomas me acompañó a mi habitación.
—Te
acostumbrarás— me dijo, mientras yacíamos apoyados en la pared frente a la
puerta de mi habitación.
—No lo
sé, Thom— le respondí, bajando la mirada a los libros que tenía abrazados en el
pecho—. Tú sabes que yo no suelo encajar en muchos lugares ni les suelo caer
bien a las personas.
Thomas
rodó los ojos.
—Me
caes bien, Drive.
—Tú no
cuentas, Thomas— dije, sonriendo mientras ponía la llave en la cerradura de mi
puerta.
—Eso
dolió— dijo, fingiendo un tono de voz herido.
Me
reí.
—Eres
mi amigo, Thom— le dije mientras entraba a mi habitación—. Yo sé que te caigo
bien, pero si quiero sobrevivir al resto de mi adolescencia, debo tener otros
amigos.
—O un
novio... — murmuró Thomas.
—El
cual no serás tú, así que quítalo de tu cabeza pervertida, Thomas Sauron— le
dije. Siempre lo molestaba que en un futuro alternativo nosotros estuviéramos
solos y terminábamos acostándonos. Era solo una broma que le hacía, porque
sabía que le molestaba.
—No,
Dios, qué asco— dijo. Esa era su respuesta habitual.
Sonreí,
comenzando a cerrar la puerta.
—Gracias,
Thomas, yo también te quiero— le dije, antes de cerrar la puerta completamente
y dejarlo parado ahí.
***
Me
había quedado dormida para cuando todos regresaban a sus habitaciones, porque
pude escuchar en la vigilia las voces despedirse y las puertas cerrarse. Sin
embargo, a media noche, unos pasos fuertes me despertaron.
Me
levanté de la cama alerta. Me acerqué a mi cómoda y me puse una fina campera de
hilo que estaba ordenadamente guardada, para protegerme del frío, aunque era
verano. Puse mi oreja en la puerta para escuchar mejor lo que ocurría al otro lado de mi habitación,
en el pasillo.
Lo
único que se escuchaban eran pasos, que ahora se encontraban lejos.
Saqué
la traba lentamente para no hacer ruido, y luego abrí la puerta levemente,
dejando el espacio suficiente para escabullirme.
Salí
de mi habitación en puntas de pies para no dejar de escuchar de dónde provenía
el ruido.
Di una
vuelta en la próxima esquina, donde el cartel que indicaba que la zona de
clases comenzaba estaba colgado la pared y donde el ruido se sentía más fuerte
y cercano.
La
puerta más cercana —y la única— del pasillo era la del laboratorio. Esa misma
tarde me lo había mostrado Thomas, y un rato después tuve clase de biología. El
profesor de biología era el guardia que yo consideraba bastante sexy, Owen
Moseleys. Tenía veintidós años. Era huérfano de padre desde antes de nacer —lo
que pasó sigue siendo un misterio—. Nació en Las Vegas, al igual que yo.
También
yo saqué toda mi mierda fuera.
—Mi
nombre es Loreley Drive— había dicho yo en el momento en el que él se dio
cuenta de mi nueva presencia. Me hizo levantarme en mi asiento y hablar sobre
mí, como si fuera el primer día de clases en la escuela primaria—. Tengo
diecisiete años y soy de Las Vegas. Sufro estrés post-traumático desde los diez
años, después de que me caí de un columpio en movimiento. Si, suena bastante
estúpido, pero puedo mostrar mi cicatriz; también vi como mi mascota moría
frente a mí y vi como mi vida se caía abajo en menos de siete meses.
Owen
me miró fijamente durante unos segundos antes de seguir hablando.
—¿Cómo
describirías a tu vida en una palabra?
Me
pensé un poco antes de contestar.
—Como
una ruina. Porque mi vida es una ruina.
Owen me
sonrió falsamente antes de decirme que me sentara y en qué tema se habían
quedado el día anterior a mi llegada. Estaban tres temas avanzados a comparación
a mi anterior escuela, todo lo contrario a lo que alguien pensaría.
En
todo caso, volviendo al ruido, la única puerta era la del laboratorio y luego
el pasillo terminaba en una ventana solitaria, que ni siquiera tenía cortinas y
que tenía una punta del cristal agrietado. Terrorífico.
Avancé
lentamente hacia el laboratorio, ahora más en puntas de pie. Sin duda el ruido
provenía de ahí dentro. Parecían sollozos. Eran sollozos, en realidad. Sollozos
desesperados, de esos que yo solamente provocaba cuando me agarraban ataques de
histeria, principalmente después de mi accidente y cuando tenía ganas de hacer
una locura.
Me
asomé a la pequeña ventana que daba una breve vista del laboratorio, de las
primeras filas de asientos y de la pizarra con el escritorio del profesor.
Una
persona, que reconocí como Owen por la camisa blanca fuera de los tejanos,
tenía la cabeza apoyada en la pizarra, y sus hombros se sacudían sin control.
En su mano tenía lo que parecía una tiza. Levanté la mirada para observar la
pizarra, para ver si había escrito algo. Quizá la lección del día siguiente.
Sí,
había escrito algo en la pizarra. Pero no, no era la lección del día siguiente.
Entorné
un poco los ojos para poder ver lo que estaba escrito. La luz de la luna
llegaba a través de las persianas, pero no era suficiente. Sin embargo, me fue
suficiente a mí.
“Yo
no maté a April. Yo no maté a April. Yo no maté a April. Yo no maté a...”
Eso estaba escrito en toda la pizarra. Los
puntos suspensivos también estaban, como si Owen se hubiera cansado de escribir
y con esos simples tres puntos daba a conocer lo que quería decir.
Me asusté.
Di un par de pasos hacia atrás y me choqué con
una lámpara, que al caer hizo un ruido infernal. Los sollozos pararon, y pude
observar desde la ventana que Owen avanzaba hacia la puerta.
Eché a correr a pesar de sentir el dolor de los
vidrios clavados en la planta de uno de mis pies y sin importarme el ruido que
estaba haciendo.
Abrí la puerta de mi habitación y la cerré
rápidamente detrás de mí, poniendo la traba en su lugar. Respiré profundamente
y me senté en la cama para sacarme los pedazos de vidrio, para luego agarrar
unas vendas que tenía guardadas y vendarme el pie herido. Salí unos segundos al
baño y luego regresé a mi cuarto.
Me acosté en la cama y no me dormí hasta
después de un rato. En ese rato que estuve despierta, estuve pensando que yo no
era la única demente en ese lugar.
Claro,
si estás en un instituto para enfermos mentales.
ME ENCANTÓ!! Me dio lastima por todo lo que pasó Loreley Quiero saber que va a pasar con Owen y ella .Espero que la sigas. Ojalá yo pudiera escribir como lo haces vos.
ResponderEliminarDespués me voy a pasar por tus otras novelas. :D