—¿Dónde
está mami? — le pregunté un día a mi papá, dos semanas después de que ella me
diera un beso por la mañana antes de que me marchara a la escuela y se fuera
por la puerta principal. Después de eso, nunca más la vi.
—Brookey...
— él me llamó. Yo le miré a los ojos. Eran grises, como los míos y los de mi
hermano Liam. Y su cabello eran marrón claro, pero el mío era rubio oscuro, y
el de Liam también—. Ella... no sé si volverá.
Me
senté en el piso.
—¿Por
qué no volverá? — le pregunté—. ¿Es que no nos quiere más?
Mi
papá suspiró.
—No,
ella nos quiere mucho— me dijo—, pero como nos quería mucho, se estaba
enfermando.
Asentí
con la cabeza, mientras me limpiaba las mejillas húmedas con mis manos
pequeñas.
—La
extraño— dije.
—Pero
deberás luchar con su pérdida un tiempo más, Brookey— me dijo él. Se acercó a
mí y me levantó. Me llevó a mi habitación, me acostó en la cama y se sentó a mí
lado—. Con el tiempo lo olvidarás, y será un recuerdo tan lejano que parecerá
un sueño.
Asentí
con la cabeza de nuevo.
—Ahora
descansa, pequeña— me dijo, me dio un beso en la frente y apagó la luz.
Intenté
quedarme dormida, pero estuve llorando toda la noche.
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